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La Mana
La Maná es el sexto cantón de la provincia de Cotopaxi. Yace al pie de las estribaciones occidentales de la cordillera, precisamente en la zona noroccidental de esta provincia. Su privilegiada ubicación, en un punto de transición entre la sierra y la costa, le han conferido características especiales en cuanto a su clima, biodiversidad, hidrografía y relieve.Ubicación.
El cantón La Maná está localizado en la región natural occidental de las estribaciones externas de la cordillera de Los Andes, en la provincia de Cotopaxi. Se ubica en la zona templada subtropical entre los 200 y 1150 msnm.
Está situada a unos 150 Km de Latacunga, capital de la provincia, siendo una zona importantísima del país en producción agrícola, ganadera, turística y cultural.
La vegetación está comprendida mayoritariamente por la tropical y la subtropical hacía los pisos más altos formando un tipo mixto con predominio de las formaciones vegetales típicas del bosque húmedo tropical y la subtropical con las formaciones vegetales de la región subandina.
Los cultivos son de carácter subtropical, especialmente de caña de azúcar, café y cítricos.
Limites.
Norte: con la parroquia Alluriquín, cantón Santo Domingo
Sur: el río Calope es el accidente geográfico que la separa de la parroquia Moraspungo, cantón Pangua
Este: la parroquia La Esperanza del cantón Pujilí y Sigchos
Oeste: el cantón Valencia y Quinsaloma de la provincia de Los Ríos.
Población:
La población total del cantón La Maná es de 32.115 habitantes, de acuerdo a cifras proporcionadas por el último Censo de Población y Vivienda, de los cuales 16.446 son hombres y 15669 mujeres. De esta población el 50 % se localiza en el sector rural.
Tomando en cuenta la pobreza por Necesidades Básicas insatisfechas-NBI, en el cantón esta alcanza un porcentaje del 74.1 %, en las parroquias rurales es del 91%. Existe en el cantón un 13,2 % de analfabetismo. La tasa de desempleo bruta es del 62 %.
La ubicación geográfica favorece un clima tropical con las siguientes características:
Temperatura:
La temperatura media anual es de 23º Centígrados, observando que los meses con mayor temperatura son marzo y abril con 28 a 30º y la temperatura más baja se registra en el mes de julio y es de 24ºC.
Hidrografía:
En la hidrología, el cantón se halla cruzado por una extensa red de ríos, quebradas y esteros, relacionados con la cuenca del Quevedo y del Guayas.
Entre los más importantes tenemos: río Guadual, río Quindigua, importante por su caudal permanente y peligroso en el invierno, río Hugshatambo, río Guasaganda, río Manguilita. El río San Pablo, que nace en el sector alto de la provincia de Cotopaxi, es el más largo y caudaloso de esta red, con una longitud de 20 kilómetros en el territorio del cantón. Hacia el suroeste se encuentra el río Chipe, los esteros El Moral, Chilingo y el río Calope, importante por su longitud y caudal, sirve como límite natural con el cantón Pangua.
Creación del cantón
El cantón La Maná fue creado el 19 de mayo de 1986. Es el sexto cantón de la provincia de Cotopaxi.
La Maná era un recinto que perteneció a la parroquia El Tingo del cantón Pujilí por varios años pero debido a su crecimiento y desarrollo sus habitantes organizaron un comité pro-parroquialización buscando un mejor porvenir para su pueblo hasta que, finalmente lograron la cantonización de La Maná, gracias a la tenaz gestión de hombres patriotas y decididos.
Sus inmensos bosques, sus gigantescas siembras de banano, orito, yuca, cacao, tabaco y café, tanto como su estratégica ubicación geográfica y su riqueza aurífera le confieren características especiales que propician su desarrollo y le otorgan un papel protagónico en la economía de nuestro país.
Esta joven ciudad alberga a grupos humanos de diversa procedencia, tanto serranos como costeños conviven en La Maná formando un solo pueblo donde las manifestaciones culturales de todos ellos se han fusionado, dando lugar a una población inmensamente rica en tradiciones folclóricas.
División Política
Políticamente se compone de cinco parroquias, dos rurales: Guasaganda y Pucayacu; y, tres urbanas: El Carmen, El Triunfo y La Maná. Su superficie abarca 66.258 hectáreas.
Datos Históricos de una Región desconocida
Los montículos artificiales, denominados por los pobladores bajo el nombre de “Tolas” constituyen uno de los aspectos arqueológicos más resaltantes de la región estudiada y están, dada la intensa actividad agrícola, entre los primeros testimonios históricos cuyo futuro próximo es el de desaparecer. Dada la acelerada destrucción de estos testigos, el análisis de su dispersión a través del tiempo y el espacio, fue una de las tareas prioritarias en el seno de las investigaciones arqueológicas desarrolladas. Las observaciones detalladas de este fenómeno nos indicaron que la construcción de estas plataformas forma parte de una muy larga tradición que, preservada a lo largo de varios milenios, tenían como principal finalidad la de servir de base para la construcción de una o dos viviendas.
En una región con un clima húmedo tropical de nivel pluvial bastante alto (2000-4000 mm/año), la construcción de las casas sobre un terreno elevado facilitaba la obtención de un espacio fuera del alcance de las inundaciones provocadas por las fuertes y frecuentes lluvias. A diferencia de las tierras bajas, situadas hacia el oeste, las inundaciones ocasionales del sector no son debidas al desbordamiento de los ríos, -ya que el pie de los Andes está caracterizado por quebradas y terrazas altas que permiten un buen drenaje- sino más bien a la fuerza de las precipitaciones.
Otra característica del modo de vida de estas poblaciones prehispánicas es la de haberse asentado en una zona de convergencia de agua. Siendo la vegetación una barrera natural, que dificultó el movimiento terrestre de sus habitantes, es a través de las rutas fluviales que los nativos del sector resolvieron la trayectoria hacia diferentes latitudes. Efectivamente en esta región del Ecuador confluyen ríos que desembocan hacia las dos cuencas fluviales mas grandes de la costa: la cuenca del Guayas y la del Esmeraldas.
La presencia de fuertes y frecuentes movimientos poblacionales se vio también influenciada por una intensa actividad volcánica que aún hoy en dia caracteriza a los Andes Septentrionales. Uno de los productos característicos de dicha actividad, la obsidiana, ha sido ampliamente registrado en los yacimientos del sector y se ha revelado como uno de los materiales indispensables a la hora de estudiar los movimientos de intercambio de productos a larga distancia, dadas las particulares características de cada flujo volcánico.
La singular belleza y calidad de la alfarería nos obliga a replantearnos la tan conocida noción de primitividad con que se califica a menudo las sociedades precolombinas. Igualmente ocurre cuando se observa la repartición espacial casi simétrica de los antes mencionados montículos (cuya altura varia entre 2 y 16 m), registrados a número de 1950, agrupados en 207 sitios arqueológicos. La presencia de hornos metalúrgicos que datan de 1000 A.C., son viejos testigos de la antigua tradición de elaboración de objetos en oro, ya bien conocida y expertamente utilizada en esas épocas remotas.
El clima extremadamente húmedo del pie de los Andes, hace que el trabajo de recolección de restos culturales, elaborados en materiales orgánicos, sea casi inexistente, a menos que se encuentren conservados como producto de su carbonización. En otras ocasiones su sutil huella ha sido preservada entre los sedimentos gracias a la acción de las cenizas volcánicas. La labor minuciosa de los arqueólogos se revela entonces preciosa, al tratar de rescatar aquellas huellas que luego de miles de años pueden ser descubiertas e interpretadas para el conocimiento de las poblaciones actuales y que, de otro modo, estarían destinadas a su pronta destrucción y perpetuo desconocimiento.
FUENTE:
http://lamana.gov.ec/